A pesar de que la rutina que estés utilizando te funcione muy bien, es importante ir cambiando de vez en cuando los productos. Si queremos seguir viendo como nuestra piel mejora día a día, no podemos utilizar los mismos productos durante años.

Después de lo que cuesta crear una rutina que te vaya de maravilla, con la que consigas lo que quieres, y que ninguno de los productos te irrite o te haga reacción, no es fácil pensar en que vas a tener que ir cambiándola.

Es tentador agarrarse a esa lista de productos que por fin has conseguido poner en orden y con los que estás contento, y pensar que ya tienes el trabajo hecho, porque no vas a cambiarlos en años, a no ser que alguno de los productos dejen de fabricarlo, cosa que ves como una catástrofe.

Por cierto, sois muchos los que me preguntáis a menudo por dudas que tenéis sobre la rutina de 10 pasos, el orden en que hay que poner los productos o si conviene que introduzcáis alguno. En el blog podéis encontrar varios posts que hablan de cada uno de estos puntos, para intentar que el proceso se os haga más sencillo.

Las necesidades de tu piel cambian

El ejemplo más claro de esto es cómo cambia nuestra piel entre verano e invierno. Con el frío necesitamos fórmulas que nos aporten un extra de nutrición. Mientras que el calor del verano hace que nuestra piel, normalmente produzca más grasa, que los excesos del sol nos la dejen deshidratada, o que, con los viajes y cambio de horarios, alimentación… esté más desequilibrada.

Si nos mudamos a otra ciudad, con un clima diferente, también veremos que nuestra piel nos pide cosas diferentes.

Y otro gran cambio es la edad. Según vamos cumpliendo años nuestra piel lo refleja en cómo funciona, que produce en exceso y que deja de producir. La piel de un adolescente con las hormonas revolucionadas produce más grasa, de ahí el acné que suelen sufrir. Pero si con 40 años pasamos por una época en que nuestras hormonas no están equilibradas y estables, también podemos ver ese exceso de grasa.

Con los años vemos otros efectos como la pérdida de colágeno, que hace aparecer las arrugas, o la menor producción de grasa, con lo que nuestra piel necesita un extra de nutrición.

No podemos esperar que nos funcionen los mismos productos igual de bien en cada etapa de nuestra vida, o incluso entre verano e invierno. Por lo que tendremos que ir cambiando y adaptando la rutina a lo que la piel nos pide. 

La Taquifilaxia

Este término tan técnico hace referencia al fenómeno por el que un medicamento deja de hacer efecto después de un uso repetido y continuado del mismo. Se aplica más a medicamentos que a productos cosméticos, pero nuestra piel también se adapta a los productos con el tiempo, y los efectos dejan de notarse.

El ejemplo más extremo en productos que aplicamos en nuestra piel con los corticoides, que dejan de hacer efecto con el tiempo, y es normal que se recomiende su uso sólo por periodos cortos de tiempo.

Las fórmulas avanzan

La industria cosmética está en auge y vemos cómo se lanzan al mercado nuevos productos continuamente. Solemos ver casi a diario campañas de marketing anunciando un nuevo y sorprendente descubrimiento de un súper ingrediente que nos lo va a solucionar todo. Pero la realidad es que no todos los días, ni mucho menos, se descubren nuevos ingredientes milagro. Los que de verdad han demostrado que funcionan llevan en el mercado años.

Lo que sí vemos cómo ha avanzado bastante en los últimos años son las formulaciones, y más concretamente la forma en que esos ingredientes se incorpora en los productos.

Las nuevas formas de retinol nanoencapsulado consiguen que podamos beneficiarnos de todo el potencial regenerativo sin la irritación que produce. Esto mismo lo vemos en los protectores solares. No se han incorporado nuevos filtros desde hace años, pero lo que ha cambiado es la forma. También mediante las nanopartículas vemos como filtros que antes dejaban una horrorosa capa blanca, ahora se extienden fácilmente y no dejan nada de residuo.

Por eso es bueno ir cambiando nuestros productos de toda la vida por nuevas formulaciones mejoradas.

Y además….

Porque es divertido probar cosas nuevas, experimentar y ver si hay algo que nos funciona aún mejor que los productos que ya usamos. Hay tantos productos diferentes en el mercado, que quedarnos sólo con uno es aburrido. Tampoco es cuestión de que llevéis el mismo ritmo de cambio y tengáis tantos productos como los que nos dedicamos a esto.

Para mi lo normal es no usar más de 1 bote de cada producto, a no ser que sea algo que mi piel realmente necesita. Porque así puedo ir probando a menudo nuevos tónicos, serums… y ofreceros información sobre las opciones que hay en el mercado.

Cómo hacer esos cambios en la rutina

Es importante que cambiemos los productos uno a uno. Si empezamos a usar 3 productos nuevos a la vez y vemos que nos salen granitos o la piel se nos irrita, es imposible saber cual de los 3 es el que nos va mal. Por eso es mejor ir introduciendo los productos nuevos poco a poco y de uno en uno.

En el caso de que tengas la piel muy sensible, además es recomendable que hagas lo que se llama “patch testing”. Es decir, aplicar el producto nuevo sólo en una pequeña zona, en lugar de toda la cara. Así, si te hace reacción, sólo afectará a una pequeña parte de tu cara y no a toda.

Con los activos, los cambios pueden ir en 2 sentidos: cambiar el activo principal y/o aumentar la dosis. Si estás utilizando un AHA como el ácido láctico y te funciona bien, puedes intentar probar el ácido glicólico, por ejemplo, otro AHA con muy buenos resultados. Hay muchos tipos de AHA y no todos van bien para todas las pieles.

Con el retinol el cambio más habitual es ir aumentando la dosis. Al ser un producto que puede irritar la piel es importante empezar con productos muy suaves y con una concentración baja. Pero según vaya acostumbrándose nuestra piel, lo ideal es que subamos a dosis más altas, que son las que nos aportarán los mayores efectos.

Y, sobre todo, intenta planificar los cambios. Si usas productos coreanos o de marcas que no se venden en tiendas en España, tendrás que pedirlos por internet, y tardarán en llegar. Ten en cuenta además que, si haces los pedidos coincidiendo con fechas clave como El Single Day, el Black Friday o Navidad, hay tal colapso en Correos que los productos aún te tardarán más.